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  • Writer's pictureCarolyn Northrup

Barriga llena, ¡corazón contento! 5 trucos para enseñarle a nuestra familia a comer saludable.


Lejos de ser el típico refrán con el que todos crecimos, los hechos científicos que lo corroboran son claros y concisos. La nutrición en los niños es la base para el desarrollo físico e intelectual.

A todos nos gusta comer. Lo difícil es comer sano. Como padres, ¿cuántas veces hemos batallado con nuestros hijos para que coman saludable? No es difícil enseñarle a nuestros hijos a comer fruta… después de todo, habemos muchos que crecimos comiendo con una refrescante agua de sandía o de limón. El típico desayuno consistía de un plato de fruta o bien, un licuado, que para aquellos a quienes siempre se nos hacía tarde el de plátano siempre era la salvación. ¡Vaya! Lo más delicioso era el clásico “tupperware” con pepino, zanahoria y jícama con limón y chile piquín… para los valientes, ¡jitomate con limón y pimienta! Lo que bien se aprende nunca se olvida…

Y sin embargo hoy, después de la cantidad de evidencia que gira entorno a una dieta saludable y su relación con la salud, seguimos prefiriendo lo más fácil de preparar -no lo más saludable- sin darnos cuenta que no nada más estamos alterando los hábitos alimenticios de nuestros seres queridos; los estamos exponiendo a los riesgos de la desnutrición: obesidad, alta presión arterial, falta de concentración, cansancio, y propensidad a enfermedades infecciosas, entre otros.

¿No será que es hora de cambiar nuestro estilo de vida? ¿No será que hay que empezar por dar el ejemplo? Al final del día, ¿no costará más el caldo que las albóndigas?

La palabra ‘cambio’ se dice muy a la ligera. Tomar la iniciativa puede ser muy difícil. Pero, ¿sabías que cambiar de hábitos puede llegar a ser más fácil de lo que uno cree? Es cuestión de hacer pequeños cambios a la rutina que pueden significar mucho… o como bien dice el refrán: de poquito a poquito se llena el jarrito. Aquí los 5 recomendationes para empezar a comer saludable:

- Pon el despertador 15 minutos antes de tiempo. La ecuación es muy sencilla: en lugar de andar a las carreras cada mañana, tendrás tiempo para por lo menos rebanar un plátano, ponerle yogurt, miel y granola.

- Ofrece opciones saludables: en lugar de preguntar qué es lo que se antoja de postre, mejor pregunta si quieren piña o sandía para terminar la comida.

​- A casi todos nos gusta el queso. Si bañamos el brócoli con queso, lo más probable es que pase por aceptable.

- Incorpora fruta o verdura en tus guisados (uno de mis trucos favoritos). Licuar un poco de espinaca o apio con el jitomate y la cebolla le da sabor a la salsa y, lo más importante, pasa desapercibido. Así igual añadir un poco de aguacate o plátano con el arroz para darle sabor. Muchas veces es cuestión de percepción y textura, más que de sabor.

- Aprende a sustituir la soda por agua simple o agua de sabor. Toma 30 segundos licuar unos trozos de sandía con un poco de agua.

Lo más importante es ser consistente. Se vale hacer trampa de vez en cuando, pero como estilo de vida, evitar cocinar con mucho aceite o comer mucha azúcar puede llegar a ser benéfico para nuestra salud. Me recuerda al la frase publicitaria ya por muchos conocido: "nada con exceso, todo con medida"...

Y como decía mi madre, cocinar es un acto de amor. Amemos a nuestros seres queridos, y sobre todo, a nosotros mismos. Así es que, "a darle, que es mole de olla"!

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